En una ocasión llegó a consulta una joven que lloraba desesperadamente porque su novio había roto con ella. Confusa e indignada, no sabía qué era lo mejor que podía hacer con todas aquellas cosas que después de más de diez años, su novio le había regalado.
Le recordaban tanto a su relación, y todas las ilusiones que había puesto en ella y ahora ya no se podrían realizar. Entre ellas, al anillo que les comprometía, no sabía qué hacer, ¿ponérselo? le recordaba a él, ¿guardarlo?, para qué, ¿tirarlo? No quería; regalarlo, tampoco le apetecía. Entonces le dije que le diese un uso, lo llevase a una joyería o una casa de empeños, y lo vendiese, y con ese dinero pagaría su terapia. Que mejor manera, que fuese él, quien terminara pagando y reparara el daño que le había hecho. La joven se rio, le pareció gracioso, que al final fuese él quien reparase el daño.
Suelen llegar a mi consulta muchos casos como este, una relación larga que caduca sin haber logrado nada de lo que un día se propusieron, ni piso, ni casa, ni boda, ni hijos… y no porque los dos no lo quisieran, simplemente no cuajó el momento y el momento pasó.
La consulta se convierte entonces, en una casa de empeños, lágrimas por pañuelos, aquí te dejo todos estos recuerdos, sentimientos, y emociones, que he acumulado durante años y ahora no me sirven de nada, pensar en todo lo que sé que ya no tendré como había imaginado, me hace daño. Los quieren cambiar por algo que les de valor a sí mismos, e ilusión por su vida, o simplemente estrategias que le sirvan para seguir con su vida, sin quedar atrapados en el recuerdo de la relación. Tienen una historia y esperan que les ayudes a encontrar otro final.
En todas las historias hay una parte que no se elige, lo que te sucede, y otra que se elige, qué hacer con aquello que inevitablemente te sucede. Si tu pareja ha decidido dejarte porque ya no te quiere, llamarle, seguirle en el Facebook, las fotos que pone de lo que ha hecho el fin de semana, mirar cuando está en línea en el wasap… en parte inevitable, porque que te dejen de querer no quiere decir que le dejes de querer tú, pero haciendo todo esto, en lugar de sentirte mejor, apagas por un momento el fuego de la duda, pero el segundo siguiente, al darle aire reavivas todos tus sentimientos, y como vuelves a recordar que no puedes ser correspondido, solo aumenta tu rabia hacia el otro, y al final hacia ti mismo.
Cuando hayas entendido esto y dejes de hablar de esa persona todo el tiempo, conseguirás ver tu vida sin él o ella, comenzarás a ver lo que antes no veías, a disfrutar de amigos, de familia, y a hacer cosas que siempre te había gustado hacer y otras que ni imaginabas que te gustarían. Comienzas a conocerte un poco más y al poco tiempo descubres mucho de ti que antes ni sabias, empiezas a ver la relación pasada como un aprendizaje y le das oportunidades nuevas a tu vida.
Al final en ese cubo de desperdicios que sientes que te han echado, descubres que hay algo brillante en ti, que no todo el mundo puede ver, pero que si logras verlo tú, limpiarlo y sacarle brillo, otra persona podrá ver realmente lo que vales y será realmente la persona de tu vida, todos nos merecemos que nos quieran y nos hagan sentir la persona más especial del mundo. Si alguien te deja, te está haciendo un favor, porque no será nunca quien vea tu brillo y te haga brillar aún más.
Si eres un Romeo que se ha equivocado de balcón, y no tienes joyas que empeñar, vende todo lo que te regaló en un portal de segunda mano, coge el frasco de colonia que seguro te eligió, vacíalo, tira la botella y cómprate uno más caro, no importa lo que se gastó. Valórate mejor.
BELÉN BERNAD MARZOLA
Licenciada en Psicología por la Universidad de Valencia
Máster en Terapia Breve Estratégica