Más de mil personas han acudido a la charla organizada por las Ampas de Monzón y ofrecida por el juez de menores de Granada, Emilio Calatayud, y que ha tenido lugar en la Asociación San Mateo de Monzón. Una conferencia de casi dos horas de duración en la que el juez con sus razonamientos, su sencilla exposición y su humor ha conseguido tener una audiencia totalmente entregada.
Calatayud ha comenzado definiendo España como un país de extremos, en el que lo que nos está pasando es que estamos pagando las consecuencias de esos excesos.
El juez ha reiterado en varias ocasiones que parte del problema con los menores, es que desde siempre se les informa de cuales son sus derechos, y los padres, educadores, la sociedad en general está pendiente de que todos los niños tengan sus derechos cubiertos, pero casi nadie se ocupa de recordarles a estos menores que todos estos derechos conllevan unos deberes y unas obligaciones que hay que cumplir, y aun más importante unos valores que con el tiempo se están perdiendo, valores tan importantes como el respecto a padres o maestros.
Para el Juez Calatayud la familia es la base, la célula de la sociedad. Su experiencia profesional le demuestra que cuando hay un joven con problemas, muchas veces detrás hay un a familia con un problema también. Constantemente se oye decir hay que dialogar con los hijos, hay que tratar de ser sus amigos, y según Calatayud, los padres deben ser padres, no colegas. «Es mi hijo, no mi amigo. Para lo bueno y para lo malo soy su padre«.
Los padres deben poder corregir a sus hijos, sin que los hijos amenacen a sus padres con un «a que te denuncio…».
Emilio Calatayud ha anunciado que con la crisis la delincuencia ha disminuido. Los niños han vuelto a la escuela. Antes de la crisis, en los años de la burbuja inmobiliaria, los chavales dejaban la escuela con 14 años para irse a trabajar a la construcción y ganar 1.400 €, lo que ha calificado de auténtica bomba. Al llegar la recesión económica los primeros que se fueron al paro fueron estos últimos, los que no tenían preparación, lo que hizo que muchos volvieran a las aulas. También gracias a la crisis, los padres están más en casa, y muchos están aprendiendo a decir no a sus hijos.
Por otra parte, están aumentado entre los menores los delitos de hijos a padres. Un delito que se establece en la clase media, medio-alta y en porcentajes muy similares de chicos y chicas.
Ha recordado a la audiencia reunida en la Asociación San Mateo, que los menores son jóvenes, no tontos, y ha reiterado en innumerables ocasiones la importancia de recordar a los chavales que además de derechos tienen una serie de deberes y obligaciones.
La falta de respeto se extiende tanto al ámbito familiar como al escolar. Aunque según Calatayud, los padres son los primeros que deben dejar claro que el profesor se merece un respecto y representa a la autoridad,
Para el juez es fundamental que los niños vayan a la escuela y ha asegurado no entender porqué cuando un chaval se comporta mal, como castigo, le expulsan de la escuela. Lo ha comparado con el hecho supuesto de que un preso se portara mal en la cárcel y de castigo le dejaran que se marchar unos días.
Conocido por sus ejemplares sentencias ha relatado algunas de ellas. Como sus condenas a aprender a leer, a sacarse la ecuación obligatoria, a limpiar las calles, quitar las ayudas a los padres que no llevan a sus hijos a la escuela… su lema, «tú lo has hecho, tú lo pagas».
Ha puesto sobre la palestra algunos de los peligros de la sociedad y que parece que pasan inadvertidos. El peligro del alcohol, cree que se debería ejercer mucho más control sobre los menores con el alcohol, con los móviles e Internet y los peligros que conllevan todos estos vicios.
El juez Calatayud ha descrito los centros y castigos, y cómo en los centros de menores cuando se apagan las luces, lo que se oye es llorar a niños.
Para acabar el juez de menores ha matizado que no hay que confundir un cachete con un maltrato. Lo difícil es conseguir dar en cachete en el momento oportuno con la intensidad adecuada.