ADOLESCENCIA Y AMIGOS, CONSPIRACIÓN, TRAICIÓN Y DRAMA, artículo de Belén Bernad Marzola

Comparte:

Llegas a casa de mal humor, no hay manera de acertar… hay días que todos tus amigos quieren estar contigo, pero otros días, parece que tengas una enfermedad incurable y contagiosa…

Ni se acercan a ti, sientes que no te tocarían ni con un palo, pero hay otros días que aún es peor, si te acercas puede que recibas, porque se están repartiendo unos contra otros, pero si te vas llegas a casa derrotado, con las flechas clavadas en la espalda.

Si no tenías suficiente con mirarte al espejo y ver que has cambiado, granos de todos los tamaños, pelos que crecen por todas partes, hasta por la tripa y por la espalda, si eres chica desde luego no te lo esperabas, contabas con el del bigote, pero no con el de la espalda. La nariz asoma con protagonismo, te cuelgan unos brazos largos, el cuerpo se deforma, emerge el pecho sin disimulos o permanece eternamente enterrado, nada esta como debería, un torrente hormonal imparable, impredecible, que nadie sabe en qué va a acabar, cuál será la forma final…es un misterio, mientras tanto pareces víctima de un encantamiento.

Con todo este jaleo y desorden de cuerpo, ¿a quién le extraña que estés permanentemente de mal humor?… pues a tu familia, si con todo esto, no tenías suficiente, tu familia dice: “no hay quien lo aguante, está adolescente perdido”, y hagas lo que hagas, digas lo que digas, todo queda desacreditado por esta etiqueta, y los razonamientos de tus padres suelen terminar con “tú que te has creído, ¿que esto es el banco de España?, ¿qué vives en un hotel?, ¿que tu madre nació ayer?, ”, o frases como: “… cuando seas padre ya me lo dirás”, “¿para esto me harto yo de trabajar?”, “yo a tu edad…” esta última la dicen tus abuelos. Si contestas, sabes que se montará gresca seguro, intentas bajar la rabia encerrándote en tu habitación, con un sonoro portazo de indignación, frustración y rabia, murmurando de todo en voz baja, coges el teléfono y a wasapear, y el problema sigue… descubres que tus amigos han creado otro grupo de wasap en el que te ponen verde, el mundo se acaba de abrir para tragarte, y sientes como te vas hundiendo por su garganta…

No tienes escapatoria, tus amigos también padecen esta “enfermedad” que los transforma desorienta y cambia, y para aceptarse a sí mismos, necesitan ser aceptados por los demás, por el grupo de amigos. Pertenecer al grupo, es el objetivo principal.

Pero para que haya un grupo unido, todo depende del líder, misteriosamente hay alguien en el grupo que todo lo que dice, los demás lo creen, todo lo que propone a los demás les gusta, todo lo que decide a los demás les parece bien, elige quien se queda y quien se va del grupo. Te preguntas ¿cómo puede ser?…

En ocasiones, debajo del rechazo hacia alguien, se esconde una enorme envidia. El que envidia se compara constantemente, pasa el tiempo mirando al suelo midiendo su sombra, colocándose siempre, buscando la posición en la que nadie le haga sombra, calculando su posición y la de los demás, midiéndose una y otra vez, buscando su seguridad, y sufriendo cada vez que ven arrebatada esta posibilidad. Se dan cuenta de que sin los demás no son nada, sin su ovación no son nadie, se hacen ver porque se suben encima de los demás. Han probado la corona y ya no la quieren soltar, el poder que les dan los otros, es su alimento, se crecen cada vez que los demás se lo dan. Manipulan a través del miedo, “no vendrás con nosotros”, exigen sacrificios, “si vas con él, con nosotros no vienes” y sacrifican a uno de sus miembros, lo apartan, lo señalan, lo ridiculizan, lo rechazan. Si este soporta la humillación, y se somete al líder, se convierte en uno más de la corte, con tanto miedo que no solo no vuelve a cuestionar su poder, sino que además se muestra como el más leal de sus secuaces, sacrifica a otro, incluso a quien fuera su amigo, todo para saciar al rey, y a éste le complace aún más su poder, ni siquiera tiene que hacerlo el mismo, los demás lo hacen por él, confirmando su valía, aumentando su poder.

Este sacrificio, que coloca a uno de sus miembros fuera, cohesiona al grupo, todos temen quedarse fuera, no sabrían cómo sobrevivir sin el grupo, se siente seguros con los demás, y aceptan que haya un líder que les de identidad, que les diga que ponerse, como peinarse, donde ir, como hablar, hasta que parecen todos iguales. No se relacionan con nadie más, porque temen quedar excluidos, y ya han visto cual es el precio que paga el desterrado, vagar como una sombra, para evitar las risas del grupo, esperando volver a entrar, y eso lejos de hacer que lo acepten, les hace sentir al grupo, más importantes, más exclusivos, dando más carácter y fuerza al grupo.

Quien se siente marginado, por no pensar igual, por no ser igual, tiene un camino pedregoso  ante a él, el rechazo sufrido alimenta sus dudas, dar vueltas a lo ocurrido las ceba y alimenta cada día, destruyendo su seguridad, el mismo termina por rechazarse, se siente culpable por no encajar, no ve lo que falla, lo que han visto en él que no encaja, pero sea real o no, le han hecho dudar, y la duda agrieta el resbaladizo suelo helado que se extiende como un desierto de indiferencia y fría soledad.

Las soluciones han fallado, te has esforzado mucho por encajar en el grupo, por adaptarte, has intentado ser tú mismo, y no ha funcionado, has intentado ser como los demás y tampoco.

Puede que el problema no sea del grupo, ni de la envidia de alguno de sus miembros, ni su rechazo, puede que el problema no es que seas un patito feo, que busca entre sus plumas las blancas, esperando ser un cisne al que todos admiren, puede que simplemente el problema es que te has equivocado de especie.

Cuando uno es gaviota e intenta nadar con un banco de peces, es lo que pasa… no tardas en ahogarte en el mar. Si tus amigos son los peces, su amistad solo puede ser superficial, un encuentro puntual en la superficie, pero no son tu especie, por lo tanto, debes volar para poder encontrar a los que son como tú, gaviotas, solo si comienzas tu vuelo podrás observar la diferencia, ya no te ahogas, ni te hundes en el mar, ya no te siente en un desierto helado, sino en el cielo volando a tu aire, las plumas ya no pesan mojadas, son ligeras y te permiten subir cada vez más, desafiar el viento, descubrir la velocidad, sentirte libre de todo, volar…

Has aprendido que no se convierte en pez el que se esfuerza, sin ahogarse, y que la amistad con los peces, solo puede ser puntual. Además aprendes que no todo lo que vuela es una gaviota, y que no puedes seguir a cualquier bandada de pájaros que paseen, encontrarás muchos tipos de pájaros, algunos amigos otros no. Pero de todo se aprende, encontrarás halcones, buitres, palomas, búhos…. puede que estén un tiempo contigo pero luego se van, también ellos buscan a los de su especie, pero mientras dure la amistad aprenderás mucho de los demás, especialmente de los que no son como tú.

En la vida te será muy útil reconocer a los depredadores, a los que necesitan ser líderes a toda costa y sacrifican a cualquiera en su beneficio, a los envidiosos, capaces de despreciar lo que no pueden alcanzar, a los vanidosos siempre alardeando de sus logros, a la que te quita el novio, a esa tenla cerca, te ayudará siempre a diferenciar al pájaro que se te acerca, si se va con ella, no merece la pena.

Pero en tu vuelo también conocerás a muchos pájaros de los que aprender: los trabajadores incansables a por sus metas; los que se caen mil veces y se levantan, perseveran; a los generosos, su mayor tesoro es la amistad; a los aventureros que no tienen miedo y siempre buscan otros horizontes; a los emprendedores, construyen cualquier cosa desde cero; a los que tienen un sentido del humor inagotable y te enseñan a vivir; a los que siempre están ahí, a los que realmente te aprecian, y a los que te salen a buscar arriesgándolo todo cuando hay tormenta, tu familia.

Todos estos pájaros que vas encontrando, cuando crecen aprenden a disimular, pero no pueden evitar su naturaleza.

 

BELÉN BERNAD MARZOLA

Licenciada en Psicología por la Universidad de Valencia

Máster en Terapia Breve Estratégica

http://www.belenbernad.com